lunes, 30 de marzo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

María rompió el frasco de alabastro

En el culto de Israel, la vasija de barro en que se cocía el animal de los sacrificios era quebrado y roto después de la ofrenda. María de Betania había visto muchas veces romper aquellas preciosas vasijas que se habían utilizado en los sacrificios del Templo. Aquella tarde de cena, intuyendo con fina sensibilidad el peso y la congoja que el Maestro traía en el corazón, quiso acoger y consolar a su huésped con aquel precioso y exquisito perfume de nardo puro. No quiso entregárselo gota a gota sino que rompió ante todos el valioso frasco de alabastro bellamente tallado y ungió con el perfume la cabeza del Señor. El Maestro quedó sobrecogido y profundamente conmocionado por aquel gesto tan delicado y sencillo con el que aquella mujer estaba anunciando la pasión del Señor. Muy pronto habría de romperse esa otra preciosa vasija de alabastro, que era el cuerpo de Cristo, en la que había de ofrecerse la verdadera víctima y el verdadero sacrificio, para que el perfume del Verbo, el Espíritu Santo, impregnara todo del buen olor de Cristo.
Sólo si el frasco se rompe puede salir el perfume que hay en su interior. Pero, fascinados por la belleza de lo externo y aparente, nos olvidamos, quizá, de que la verdadera riqueza está en el interior. Cuántos de nosotros preferimos entregar a Dios sólo un poco de nuestro tiempo, inteligencia, dinero o actividad, sin dejar que el verdadero frasco de alabastro se rompa, porque es lo que para nosotros tiene más valor. Hay que romper sobre todo nuestro interior, ese rico alabastro del alma que esconde y guarda lo más precioso de ti. Eso es lo que has de entregarle a Dios si quieres ser una pequeña Betania para Él. Pero ¿te has preguntado alguna vez qué tipo de perfume saldrá de tu alma si rompes tu alabastro?

domingo, 29 de marzo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

Domingo de Ramos. “La gente extendió sus mantos por el camino” (Mt 21,8)

Otros, dice el evangelista, cortaban ramas de los árboles y las tendían sobre el suelo para que pasara sobre ellas aquel pollino que llevaba sobre sus lomos al Señor. Así, entre las aclamaciones y la euforia de las gentes, entró Jesús en Jerusalén. Aquel día los apóstoles se sintieron más orgullosos que nunca de su Maestro pues, por fin, toda la gente hablaba bien de ellos, se había extendido la fama y el poder de sus milagros y había llegado ya el reconocimiento público de aquel que era del linaje real de David. Viendo a casi toda la ciudad de Jerusalén aclamando al Maestro de aquella manera, los discípulos pensaron que, por fin, había llegado el momento de hacer carrera y decidirse ya de una vez a seguir a aquel Maestro que tan buen futuro parecía prometer.
A ti y a mi también nos resulta hermoso y atractivo el cristianismo cuando todas las cosas van a nuestro favor, todos nos entienden, nadie nos critica y parece que avanzamos caminando sobre una alfombra roja de reconocimiento y aplauso. Quisiéramos incluso que así fuera siempre nuestra vida cristiana y pensamos que cuando hay adversidades, dificultades, pruebas, dudas o luchas, Dios se ha escondido, nos ha dejado de su mano, es incapaz de cambiar la situación o, incluso, puede que ni exista. Nuestra continua tentación siempre será detener el evangelio en aquel momento de la entrada de Cristo en Jerusalén y arrancar las páginas que siguen, porque hablan de pasión, de Getsemaní, de flagelación y de Cruz. Y no nos damos cuenta de que arrancaríamos, entonces, las páginas que siguen, las más bellas del evangelio, que son las que hablan de resurrección y de gloria. No busques éxitos y triunfos humanos, fama y buena opinión de los demás, ni quieras un cristianismo de alfombra roja. Más bien, duda de esa bonanza en la que todo el mundo hable bien de ti, no sea que detrás de tantas alabanzas y adulaciones, descubras que, para muchos, no eres más que un vulgar pollino.

viernes, 27 de marzo de 2015

CAMBIO DE DIA DE LA SABATINA

Como todos sabéis, todos los primeros sábados de cada mes, tiene lugar en nuestra parroquia, sabatina en honor de Ntra. Sra. del Rosario Coronada. Pues bien, debido a la coincidencia del primer sábado del mes de abril, con el sábado de gloria, la sabatina correspondiente a éste mes, se traslada al siguiente sábado día 14 de abril, en los mismos horarios: 19h. Rezo del Santo Rosario y a las 19.30h. Celebración de la Eucaristía, presidida por nuestro director espiritual, D. Carlos Acosta Romero.

LA JUNTA DE GOBIERNO.

UN RATITO CON EL SEÑOR

Los trastos del alma

A veces, nuestra oración se parece a un armario lleno de trastos desordenados. Se nos agolpan en la cabeza todas las preocupaciones del día, repasamos las tareas que tenemos pendientes, las idas y venidas de la jornada, nos pueden las distracciones y el cansancio. Cuando nos quedamos quietos y en silencio es, quizá, cuando más resuena en nuestro interior el eco de ese ruido y alboroto, que nos ha dominado durante los trajines del día. Y, cuando nos damos cuenta, nos vence el desánimo porque, un día más, hemos llenado la oración de nuestras cosas, pero no de Dios. Es el momento de aceptar esa oración, tan llena de mundo que, a veces, es la única que podemos hacer. No pretendas que reine el silencio en tu interior, si a lo largo del día no has buscado momentos en los que elevar el corazón a Dios, ofreciéndole tu actividad, tu gratitud, tu amor, tu confianza, tus caídas o fracasos.
Hay que parar el alma y devolverle ese sosiego interior, que necesita para no dejarse arrastrar y arrebatar por las ambiciones y activismos, que nos dominan durante el día. Tu alma ha de ser, más que un armario trastero, un cofre precioso donde guardes con exquisitez esa presencia divina que siempre te acompaña dentro, aunque tú estés vertido hacia fuera. Tu conversación, tu trato, tu mirada, tus actitudes, tu saber estar, todo en ti sería mucho más parecido al ser de Cristo, si cuidaras esa presencia dulce y suave de Dios en tu alma. Así, a lo largo del día, irás preparando el clima de intimidad que, después en tu tiempo de oración ante el Sagrario, tanto te dispone para hablar con Dios y escucharle en tu interior. No escatimes esfuerzos para poner el corazón, una y otra vez, en Dios, en quien debe estar tu único tesoro.

jueves, 26 de marzo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

Se nos va la fuerza por la boca.

Toda la riqueza interior que acumulas en tu tiempo de oración, en tus Eucaristías, en tu trato con Dios, se te puede evaporar con rapidez cuando no gobiernas y dominas tu lengua. Es difícil no hablar con ligereza y superficialidad, saber ponderar comentarios o evitar críticas apresuradas y valoraciones innecesarias cuando el corazón no está lleno de silencio interior. Si llevas dentro mucho ruido de afectos desordenados, de pensamientos vanidosos, de prisas y activismos, de dudas y tentaciones, de inquietudes, de excesivas preocupaciones, de rencores, tu hablar será igualmente ruidoso y desordenado. Y con ese ruido alocado en el alma es lógico que pienses que Dios no te habla, que no le ves, que está lejos de ti, que no te escucha.
Una forma de hacer silencio interior es cuidar y ponderar lo que hablamos y decimos, sobre todo cuando la precipitación, la ira o el excesivo entusiasmo nos hacen decir cosas de  las que –la mayoría de las veces– terminamos por arrepentirnos. Aprende a ser discreto, cauto y ponderado en el hablar, porque, una vez que la caja de Pandora se ha abierto, es imposible volver a encerrar en ella todos los vientos que se escaparon. Aprende de los silencios y del hablar de Dios. Contempla a menudo tantos silencios de Nuestro Señor, mucho más abundantes en su vida que sus palabras y sus milagros. Aprende de esos fecundos silencios de nuestra Madre, que acompañaban tan de cerca los silencios del Hijo. Pídele a san José que te enseñe y ayude a vivir el silencio, como él lo vivió: lleno de contemplación, junto a María y a Jesús. Cuanto más vayas llenando de Dios tu corazón más buscarás tu silencio interior. Empezarás, entonces, a hablar el verdadero lenguaje, el de Dios, y tu vida ya no podrá callarle.

miércoles, 25 de marzo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

“Y la Palabra se hizo carne” (Jn 1,14)

El tema de la “carne” es uno de los más debatidos a lo largo de la historia de la humanidad. Han existido diversas posturas filosóficas, ideológicas o prácticas. Desde aquellos que veían en la carne una cárcel para el espíritu, hasta los que la han exaltado hasta convertirla en un ídolo con el que alcanzar bienestar, placer, satisfacción, etc.
También en la historia de la Iglesia se han formulado pensamientos y actitudes dispares. Unos han apelado a la apariencia carnal de Jesucristo, pues lo único real era su espíritu. Otros han llegado a reducir a Cristo a lo estrictamente humano, olvidando su condición divina. Entre una y otra postura, todo tipo de interpretaciones.
Lo admirable del Evangelio es la sencillez con que Dios se da a conocer en el mundo. Dios hecho carne, la persona del Verbo, el hijo de Dios, se hace uno de nosotros para experimentar en la humildad de esa carne la gloria del Todopoderoso. Sin embargo, no se reserva nada, se nos da enteramente, para que también en nuestra propia carne seamos partícipes de esa intimidad divina. Ese “habitar entre nosotros” no es un añadido más, sino que es el reconocimiento de que nuestra carne forma parte de lo más digno que hay en el ser humano, es decir, también en ella estamos hechos a imagen y semejanza de Dios. Siendo Él puro espíritu, la Palabra se hizo carne y nos elevó a ese orden sobrenatural… Por toda la eternidad.

domingo, 22 de marzo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

Llevar las cargas de los demás

No hay carga más dulce de llevar que la que guarda en su seno esa madre gestante que va a dar a luz. Cobijado en sus entrañas, el hijo es hijo porque sabe descansar en el seno escondido de su madre. Dios también se hizo hijo y fue llevado, cargado como hijo. Qué carga tan grande y tan dulce para María la de este Hijo que llevó en su seno purísimo. Y así, llevado como hijo, se preparaba el Verbo para cargar sobre sí todo el peso de nuestro pecado. Llevó en su seno todo el peso de la redención, cargando en sus entrañas, como se carga con el hijo, aquella cruz que había de dar tanta vida a tu alma.
¿Cómo no llevar y soportar así, con entrañas de madre, con las entrañas del Verbo encarnado, esas cargas y cruces que los demás necesitan descansar en ti? ¿No ves que cada problema, cada dolor, cada sufrimiento y prueba de los que te rodean deberías tu sentirla y acompañarla como una madre siente y acompaña en sus entrañas al hijo nascituro? Dios lleva tus cargas; lleva tú las de los demás y experimentarás algo de aquella dolorosa dulzura de Cristo llagado cuando cargaba con la Cruz. El amor hace liviano todo peso. Y por amor, has de llevar en tu alma las cargas y cruces de los demás, como María llevó en su seno aquel Hijo de sus entrañas. Has de amar la cruz de Cristo en los demás y ser en ellos ese pequeño cireneo de Dios. Y que tu amor sea para ellos el descanso y alivio que Dios les ofrece a través de ti.

viernes, 20 de marzo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

“Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn 8,32)

Algunos trastocan esta sentencia del Señor y aseguran que la libertad nos hará verdaderos. Sin embargo, el contexto evangélico es claro. Jesús habla de la necesidad, por parte de aquellos que le escuchamos, de mantenernos en su Palabra y, de esta manera, ser discípulos suyos. Él mismo se declaró “Camino, Verdad y Vida”. Luego, sólo cuando nuestra voluntad está unida a la Suya alcanzaremos esa libertad genuina. Se trata de permanecer fuera de toda esclavitud, mentira o engaño, que exige voluntarismos que acaban en la nada, fuera del camino de la auténtica felicidad, o el sinsentido, la vaciedad de la vida.
Aquellos que pregonan una libertad voluntarista para alcanzar la verdad, no tienen rumbo ni certezas. No saben dónde dirigir sus deseos y ambiciones, pululando de flor en flor, hasta que, marchitos por el dolor y el sufrimiento de la frustración, acaban en la indiferencia, o en la desesperación. ¿Puede una ideología calmar la sed del corazón del hombre? ¿Puede un interés partidista, a costa de enfrentamientos y discordias, darnos la paz y la serenidad de ánimo? Aquellos que pregonan la solidaridad humana, o la justicia universal, pero argumentan que Dios es enemigo del hombre, están labrando la destrucción del ser humano (lo estamos viendo todos los días). Aquí no existe el término medio.
Conocer la verdad es seguir a una persona, Jesucristo. Y sólo en ese conocimiento alcanzaremos la libertad. Los hombres sólo te ofrecerán felicidades caducas. Dios te anima a alcanzar la felicidad eterna… ¡Para siempre!

REZO DEL SANTO VIA CRUCIS

Esta noche a las 20 h. en la Parroquia de Ntra. Sra. del Rosario, se rezará el Santo Via Crucis por las naves de la iglesia. La lectura de las estaciones será a cargo de miembros de nuestra hermandad. Invitamos a todos nuestros hermanos a que nos acompañen en esta noche en el rezo del Via Crucis.

jueves, 19 de marzo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

Confiar en San José

Es un santo tan grande como desconocido. Pasa por el misterio de Cristo como de puntillas y, sin embargo, qué poderoso es ante su Hijo. Ocupa un sitio pequeño en las páginas del evangelio y, sin embargo, desempeña una misión gigante, imprescindible para que se realice la obra de la encarnación del Verbo. Despierta admiración su fe tan silenciosa, su saber estar en el centro del plan de Dios, su amor exquisito y delicado a María. Después de Ella, nadie como José conoció en tanta intimidad el corazón de Cristo.
Encomiéndale tus trabajos materiales y espirituales, tus necesidades, tus preocupaciones, tus luchas, tu vida espiritual, tus empresas apostólicas, todo. Privilegia sobre otras la devoción y el amor a este gran santo, que tan eficaz intercesión muestra ante la Virgen y ante su Hijo. Hazle confidente de toda tu entrega a Dios, de tus esfuerzos por vivir determinada virtud, de tus dolores por caer una y otra vez en tal pecado.
Confíale tus debilidades, tus tentaciones, tus afectos, tus amores. Debería ser el santo de cada día, de tu día a día. Encomiéndale en especial la custodia del corazón y el cuidado de tu vida de oración, a él que vivió en la contemplación continua del rostro de Cristo y al cobijo materno del corazón de su Esposa María.

miércoles, 18 de marzo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

El silencio de San José

La única palabra que la Sagrada Escritura nos ha transmitido de labios de este gran santo fue su silencio. San José calló siempre, sobre todo con el alma, porque vivía junto a la Palabra encarnada. Aquello que eternamente conversaron el Padre y el Hijo en el Espíritu se hizo carne ante él en la Palabra concebida en María.
Así como el seno virginal de María se hizo silencio para acoger a la Palabra así también él debía hacerse silencio para escuchar, en la contemplación, la carne creada de la Palabra increada. José aprendió a vivir en el silencio contemplando en la maternidad de María cómo su carne y su sangre acogían en el silencio de un seno virginal aquella divina Palabra. Silencio de José que tanto me hablas de aceptación de los planes de Dios sobre mi vida y del escondimiento necesario para que sólo Dios sea escuchado.
Cuántas palabras inútiles y ociosas, cuántas críticas, quejas, juicios, cuántas palabras vacías, hirientes y cargadas de egoísmo, desparramo sin ton ni son a lo largo del día. Has de apetecer el silencio no para encapsularte en la celda de tu propio egoísmo narcisista sino para escuchar, acoger y adorar esa Palabra eterna que quiere hacerse carne en tu vida. Pídele a san José que te enseñe y eduque en el silencio como él se dejó enseñar y educar en la escuela del silencio de María.
El mundo busca y apetece el ruido, vive con la sordina de su propia palabra vacía porque no quiere oír a Dios. Tú haz silencio en tu alma, como aquel silencio que reinaba en la creación antes de que el hombre entrara en ella y en el que sólo se escuchaba la conversación de los Tres creándolo todo.

martes, 17 de marzo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

“José hizo como el ángel del Señor le había mandado” (Mt 1,24)

Pocas veces se habla de san José en los Evangelios. Se nos dice que era un hombre justo, y que se planteó repudiar en secreto a su mujer María cuando supo que esta encinta. Sin embargo, a pesar de las dudas y posibles temores, José es obediente a lo que Dios le sugiere… y se pone en marcha. Deja atrás todo lo que humanamente exigiría una explicación, porque por encima de sus seguridades se encuentra la voluntad de Dios.
José es maestro de docilidad, pero también es experto en el amor. El respeto hacía la Virgen nunca fue escrupuloso, sino de un alma profundamente enamorada. Nunca me he imaginado a san José como un anciano, sino como un joven fuerte y de buena presencia, dispuesto a entregar toda su vida por esa mujer de la que quedó rendido. No es que Dios se cruzara en su camino a modo de estorbo, sino que le invitó a llevar ese amor hasta el extremo. Y esa vida a la que estaba dispuesto a entregar, ahora se llena de un sentido más hondo: prestar su paternidad al Hijo de Dios.
Por último, José es modelo de silencio. ¡Cuánto hablamos para no decir nada! Aprendamos del esposo de la Virgen a llenar nuestra vida de los silencios de Dios, que son los únicos que pueden acallar los gritos de un mundo que ha olvidado dónde hallar descanso y paz

FALLECE D. ANTONIO DORADO SOTO

En la mañana de hoy, ha fallecido en Málaga, D. Antonio Dorado Soto, Obispo Emérito de Málaga, y que tenía una vinculación especial con nuestra hermandad, ya que fue él, quien aprobó y coronó canonicamente a la Stma. Virgen del Rosario en la mañana gloriosa del 29 de junio de 2002.

Don Antonio, nació en Urda (Toledo) el 18 de junio de 1931. Fue ordenado sacerdote el 1 de abril de 1956.Fue nombrado Obispo de la Diócesis de Guadix-Baza el 31 de marzo de 1970, recibiendo la Ordenación Episcopal el 10 de mayo del mismo año. En la Asamblea Plenaria del Episcopado en 1972 fue elegido Presidente de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar, siendo reelegido para el mismo cargo al término del primer mandato. El 4 de septiembre de 1973 el Santo Padre lo nombra Obispo de Cádiz-Ceuta, tomando posesión de esta Diócesis el 20 de octubre de ese año.

En la Plenaria del Episcopado celebrada en febrero de 1984 fue elegido Presidente de la Comisión Episcopal del Clero, siendo reelegido en 1988. Al frente de esta Comisión Episcopal ha realizado una densa y reconocida labor, promoviendo Simposios y estudios sobre la vida y espiritualidad de los sacerdotes, que culminó en el Congreso sobre Espiritualidad celebrado en 1989. Ha participado en tres Sínodos ordinarios de los Obispos, el último de los cuales tuvo lugar en 1990 en el que se trató sobre la formación de los sacerdotes.

El 26 de Marzo de 1993 el Papa Juan Pablo II lo nombra Obispo de la Diócesis de Málaga, y toma posesión de la misma el 23 de Mayo del mismo año. Es el Obispo Delegado para la Vida Religiosa de la Asamblea de los Obispos del Sur.

Es autor de diferentes libros, entre los cuales están «Los caminos del apostolado seglar», «Los caminos de nuestra Iglesia» y «María, la Virgen Madre de Dios». En la reunión Plenaria de la Conferencia Episcopal celebrada en febrero de 1993, fue elegido Presidente de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis. En febrero de 1996 fue reelegido para un segundo trienio.



El 18 de junio de 2006, presentó su renuncia al Santo Padre al alcanzar los 75 años de edad tal y como establece el Código de Derecho Canónico. Al ser conocida la designación como obispo de Málaga de Mons. Jesús Catalá en octubre de 2008, queda D. Antonio como obispo administrador apostólico, quedando como obispo emérito tras la toma de posesión de Mons. Catalá en diciembre de ese año. 

La capilla ardiente de D. Antonio Dorado Soto, estará instalada en la Igleisa Capitular del Sagrario de
13.00 h a 23.00 h y mañana desde las 9.00 h. El funeral se celebra mañana miércoles a las 13.00 h. en la Catedral, donde será enterrado.

Estamos seguro que la Virgen, de la que era un gran devoto, la habrá abierto las puertas del cielo.
Que descanse en paz en la presencia infinita de Dios.
 
D.E.P.
 
La Junta de Gobierno. 
 
 




En la Plenaria del Episcopado celebrada en febrero de 1984 fue elegido Presidente de la Comisión Episcopal del Clero, siendo reelegido en 1988. Al frente de esta Comisión Episcopal ha realizado una densa y reconocida labor, promoviendo Simposios y estudios sobre la vida y espiritualidad de los sacerdotes, que culminó en el Congreso sobre Espiritualidad celebrado en 1989. Ha participado en tres Sínodos ordinarios de los Obispos, el último de los cuales tuvo lugar en 1990 en el que se trató sobre la formación de los sacerdotes.
Es autor de diferentes libros, entre los cuales están «Los caminos del apostolado seglar», «Los caminos de nuestra Iglesia» y «María, la Virgen Madre de Dios». En la reunión Plenaria de la Conferencia Episcopal celebrada en febrero de 1993, fue elegido Presidente de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis. En febrero de 1996 fue reelegido para un segundo trienio.
El 26 de Marzo de 1993 el Papa Juan Pablo II lo nombra Obispo de la Diócesis de Málaga, y toma posesión de la misma el 23 de Mayo del mismo año. Es el Obispo Delegado para la Vida Religiosa de la Asamblea de los Obispos del Sur.
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El 26 de Marzo de 1993 el Papa Juan Pablo II lo nombra Obispo de la Diócesis de Málaga, y toma posesión de la misma el 23 de Mayo del mismo año. Es el Obispo Delegado para la Vida Religiosa de la Asamblea de los Obispos del Sur.
Es autor de diferentes libros, entre los cuales están «Los caminos del apostolado seglar», «Los caminos de nuestra Iglesia» y «María, la Virgen Madre de Dios». En la reunión Plenaria de la Conferencia Episcopal celebrada en febrero de 1993, fue elegido Presidente de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis. En febrero de 1996 fue reelegido para un segundo trienio.

Fue nombrado Obispo de la Diócesis de Guadix-Baza el 31 de marzo de 1970, recibiendo la Ordenación Episcopal el 10 de mayo del mismo año. En la Asamblea Plenaria del Episcopado en 1972 fue elegido Presidente de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar, siendo reelegido para el mismo cargo al término del primer mandato. El 4 de septiembre de 1973 el Santo Padre lo nombra Obispo de Cádiz-Ceuta, tomando posesión de esta Diócesis el 20 de octubre de ese año - See more at: http://www.diocesismalaga.es/pagina-de-inicio/2014043810/fallece-mons-d-antonio-dorado-soto-obispo-emerito-de-malaga/#sthash.3COnerTf.dpuf
Fue nombrado Obispo de la Diócesis de Guadix-Baza el 31 de marzo de 1970, recibiendo la Ordenación Episcopal el 10 de mayo del mismo año. En la Asamblea Plenaria del Episcopado en 1972 fue elegido Presidente de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar, siendo reelegido para el mismo cargo al término del primer mandato. El 4 de septiembre de 1973 el Santo Padre lo nombra Obispo de Cádiz-Ceuta, tomando posesión de esta Diócesis el 20 de octubre de ese año - See more at: http://www.diocesismalaga.es/pagina-de-inicio/2014043810/fallece-mons-d-antonio-dorado-soto-obispo-emerito-de-malaga/#sthash.3COnerTf.dpuf
Fue nombrado Obispo de la Diócesis de Guadix-Baza el 31 de marzo de 1970, recibiendo la Ordenación Episcopal el 10 de mayo del mismo año. En la Asamblea Plenaria del Episcopado en 1972 fue elegido Presidente de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar, siendo reelegido para el mismo cargo al término del primer mandato. El 4 de septiembre de 1973 el Santo Padre lo nombra Obispo de Cádiz-Ceuta, tomando posesión de esta Diócesis el 20 de octubre de ese año - See more at: http://www.diocesismalaga.es/pagina-de-inicio/2014043810/fallece-mons-d-antonio-dorado-soto-obispo-emerito-de-malaga/#sthash.3COnerTf.dpuf
Fue nombrado Obispo de la Diócesis de Guadix-Baza el 31 de marzo de 1970, recibiendo la Ordenación Episcopal el 10 de mayo del mismo año. En la Asamblea Plenaria del Episcopado en 1972 fue elegido Presidente de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar, siendo reelegido para el mismo cargo al término del primer mandato. El 4 de septiembre de 1973 el Santo Padre lo nombra Obispo de Cádiz-Ceuta, tomando posesión de esta Diócesis el 20 de octubre de ese año - See more at: http://www.diocesismalaga.es/pagina-de-inicio/2014043810/fallece-mons-d-antonio-dorado-soto-obispo-emerito-de-malaga/#sthash.3COnerTf.dpuf
Fue nombrado Obispo de la Diócesis de Guadix-Baza el 31 de marzo de 1970, recibiendo la Ordenación Episcopal el 10 de mayo del mismo año. En la Asamblea Plenaria del Episcopado en 1972 fue elegido Presidente de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar, siendo reelegido para el mismo cargo al término del primer mandato. El 4 de septiembre de 1973 el Santo Padre lo nombra Obispo de Cádiz-Ceuta, tomando posesión de esta Diócesis el 20 de octubre de ese año - See more at: http://www.diocesismalaga.es/pagina-de-inicio/2014043810/fallece-mons-d-antonio-dorado-soto-obispo-emerito-de-malaga/#sthash.3COnerTf.d

lunes, 16 de marzo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

Jesús y las mujeres

Llama la atención la manera tan delicada con que trataba el Señor a las mujeres. Hay multitud de detalles en los Evangelios que nos dan idea de la normalidad con la que Jesús empleaba ese trato, sin caer en la frivolidad o las distancias innecesarias, reconociendo la dignidad que merece cualquier mujer. He ahí su gran atractivo. La situación, por ejemplo de indefensión en la que se encontró Jesús, cuando todo un pueblo intenta apedrear a la mujer adúltera. Nos admira que, más allá de los respetos humanos, el Señor sale al encuentro de un corazón herido y arrepentido, en este caso el de una mujer, que es la única “condición” que pone la misericordia de Dios.
Las mujeres, en la época del Señor, no gozaban de todos los derechos y prerrogativas de los varones, ni se les permitía protagonismos excesivos. Sin embargo, en el acontecimiento más importante de Jesús, su pasión, muerte y resurrección, vemos dos hechos significativos. Por un lado, aquellas mujeres que permanecieron con fidelidad junto a la Cruz del Señor, mientras las promesas de sus discípulos se hacían añicos con su cobarde huída. Por otro, cómo Jesús dio la primicia de su resurrección a esas mujeres que fueron a embalsamar su cuerpo, y las primeras en anunciar a los discípulos el milagro. En todo ello, vemos el premio con que Dios recompensó la fidelidad de unas mujeres, sólo fundamentada en un amor auténtico y sin fisuras.
Hay que descubrir en la Virgen María la escuela donde Jesús aprendió el verdadero trato con las mujeres: discreción, cariño, prudencia… La madre de Dios, además, es signo de fortaleza, ya que en los momentos más difíciles sólo una mujer puede demostrar su saber estar, sin miedo al dolor o al qué dirán.

viernes, 13 de marzo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

“Todo lo ha hecho bien” (Mc 7,37)

La gente sencilla que seguía y escuchaba al Señor se asombraba de las cosas que hacía. Es verdad que tenían como referente sus curaciones y milagros, pero también en sus palabras había un halo de autoridad que nunca habían visto en ninguna otra persona. Jesús inflamaba sus almas con esa seguridad y esa paz de quien reconoce en cada uno de ellos eso que les inquieta y hace sufrir. Se trata de descubrir que todas esas circunstancias negativas no son un absoluto sino que hay que saber “descansarlas” en un corazón más grande, el del Señor.
También tú y yo nos preocupamos por hacer bien las cosas. Sin embargo, en ocasiones, pesa más nuestro empeño y esfuerzo personal que la actitud de saber abandonarnos en la Providencia divina. ¿Qué significa esto? Lo nuestro es ser instrumentos. Por eso, hacer las cosas bien es vivir en la confianza filial de que todo está en sus manos, no en las nuestras. Descubrir esa perfección sólo se alcanza cuando sabemos corresponder en el amor. Te equivocas, metes la pata, te derrumbas, te desanimas… ¡Sí!, también hay elementos objetivos, una enfermedad, un problema familiar, una acusación injusta… Pero, todos esos momentos están depositados en el corazón de Jesús, que los asume y abraza para que sigas hacia la meta del Cielo. Nunca pienses que aquí, en la tierra, encontrarás la perfección completa y acabada, ni la tuya, ni la de los demás, porque sólo Cristo “lo hizo todo bien”.
En esto consiste la perfección, en que Él te amó primero, para que tú y yo descansemos en ese seno misericordioso de la ternura de Dios… ¡He ahí la manera de hacer las cosas !

miércoles, 11 de marzo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

La verdadera alegría

¿Podemos imaginarnos a Cristo triste? Claro que no. Si hasta los niños deseaban estar junto a Él, es evidente que tendría un atractivo humano fuera de lo común. Su alegría sería sana, contagiosa e invitaría a tomar decisiones que llenarían los corazones de un entusiasmo más allá de cualquier consuelo humano.
La alegría, cuando viene de Dios, busca darse con generosidad para que otros participen de ese mismo gozo. No se trata de la alegría fácil, de ese buscar una distracción que nos haga olvidar lo mal que lo pasamos. ¡No!, se trata de aceptar y abrazar todo tipo de adversidades con que nos “regala” el día a día, y transformarlos en donación para Dios. Es un ofrecimiento permanente de lo que somos, tenemos y nos pasa, con la seguridad de que Cristo las ha llevado antes que nosotros. Las ha redimido para que tú y yo se las devolvamos en verdadero amor. No es un amor para salir del paso, sino la verdadera caridad cristiana que nos hace reconocer hasta qué punto Dios ha dado la vida por ti y por mi.
La alegría para el cristiano no tiene que ver nada con la satisfacción del que se encuentra a gusto sin más. Es la certeza de sentirse querido… un amor que ninguna criatura humana es capaz de darnos, si no es en el amor de Dios.

martes, 10 de marzo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

La fuerza del perdón

Cuando Pedro preguntó al Señor cuántas veces tenía que perdonar al prójimo, Jesús le contestó: ¡siempre! (eso es lo que significa “setenta veces siete”). Esa actitud cristiana, tan difícil de llevar a cabo cuando nos hacen una injusticia, es la única que puede hacernos fuertes en la perseverancia de la caridad. Muchas veces decimos que hemos perdonado, pero en ocasiones sigue quedando en nuestro interior ese “resquemor” de aquel que no olvida.
Si hay una escuela del perdón por antonomasia no es otra que la de la Cruz. Desde ella, el Señor gritó a Dios Padre: “Perdónalos, porque no saben lo que hacen”. No se encontraba Jesús, humanamente hablando, en una situación ventajosa. Más bien, era un guiñapo indefenso ante la burla y la venganza de aquellos que le llevaron hasta aquel suplicio. Sin embargo, el amor hizo que Cristo perseverase hasta el final, porque su corazón limpio, enamorado de la condición humana, sólo entendía a Dios como aquel padre del “hijo pródigo”.
Cuando no perdonamos, nos transformamos en corazones necios e insensatos que sólo buscan la autosuficiencia personal. Desde ahí, sólo obtendremos tristeza y dureza de corazón. ¡Cuánta libertad alcanzamos cuando, perdonando, entramos a formar parte de la infinita misericordia de Dios!

lunes, 9 de marzo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

Lo que falta a la pasión de Cristo

“Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia” (Col 1,24). A muchos les han parecido enigmáticas estas palabras del apóstol San Pablo. ¿Cómo puede faltar algo a la Pasión de Cristo? ¿No tienen carácter de infinitud los méritos de Jesús? Entonces, ¿qué hemos de completar que falte a los sufrimientos de nuestro Señor? Sólo hay una respuesta a este misterio: la Encarnación. El Hijo de Dios, la segunda Persona de la Santísima Trinidad, se ha hecho carne, uno de nosotros. Dios ha entrado en la historia asumiendo cada una de nuestras limitaciones, por supuesto sin dejar de lado su divinidad… pero, apropiándose de toda, absolutamente toda, nuestra humanidad. Y si Cristo inventó la Iglesia fue, precisamente, para dar continuidad en la historia a ese plan de salvación que Dios dispuso desde la eternidad.
Entrar en el mundo es arrogarse todo lo que de condicionado tiene después del pecado original: sufrimiento, dolor, hambre, trabajo, muerte… y eso fue lo que Cristo redimió desde la Cruz, pero no desde fuera, desde lejos, como alguien ajeno, sino haciéndose El mismo pecado, dolor y muerte. Un padre de la Iglesia decía: “Dios no hace milagros… nos da su gracia”. Y la gracia es la que hemos alcanzado por los meritos de Cristo, muerto y resucitado. ¿Para qué? Para que tu y yo, en nuestra propia historia personal, en el afán cotidiano de nuestro día a día, como corredentores, demos continuidad a ese plan de salvación de Dios en el mundo concreto en que nos toca vivir. San Pablo, en esas “tribulaciones de Cristo a favor de la Iglesia”, nos está revelando nuestra propia vocación personal: corresponder al amor de Dios con nuestra entrega, generosidad y renuncia personal y, así, seguir edificando su Iglesia.
No se trata de hacer cosas difíciles o complicadas. ¡Todo lo contrario! Se trata de que tu y yo, con la mayor normalidad y naturalidad, sepamos responder a la voluntad de Dios en todo momento: una sonrisa, un gesto amable, una pequeña renuncia para hacer el bien al que tengo a mi lado, un saber callar ante la acusación injusta, un poner al servicio de Dios mi imaginación y mis pasiones, un escuchar con atención al que me resulta insoportable, no dejarme aprisionar por el tiempo y el activismo, responder con agradecimiento a la ayuda que se me presta, no atropellarme con críticas o juicios innecesarios hacia otros, saber perdonar y olvidar, dejar de lado el pesimismo y actuar siempre con visión esperanzadora en esos acontecimientos que me rodean… En definitiva, vivir cada una de las Bienaventuranzas con la certeza de que me estoy uniendo a los mismos sentimientos de Cristo Jesús y, en especial, a sus tribulaciones… Lo demás, deja que te lo diga, no sirve para mucho más que para vivir en la permanente queja, desilusión o frustración personal.
La Virgen María es la corredentora por excelencia. Ella fue la primera en completar en su propia carne, junto a la Cruz de su Hijo, lo que faltaba a la pasión de Cristo. Por eso, Ella es Madre de Dios y Madre de la Iglesia.

viernes, 6 de marzo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

Fue conducido al desierto

La temática del desierto en la Biblia tiene fuertes resonancias divinas. En el desierto celebró Israel su alianza con Dios, después del éxodo de Egipto, cerrando así una etapa importante de su historia nómada. Los profetas cantarán al desierto como imagen del primer amor y las primeras fidelidades de la amada Israel hacia su Dios Yahvé. En cambio, sus adulterios hacia Yahvé serán la causa de que Israel sea conducido al destierro, a ese desierto aún mucho más terrible que será la pagana Babilonia. Isaías profetizará, para este Israel desterrado de su Dios, un nuevo desierto engalanado de flores y júbilo por el retorno a su Dios. Juan Bautista anunció en el desierto a Aquel que había de venir a traer un bautismo de conversión.
Y Jesús, llegada la hora suprema del amor, prepara su entrega entrando en el corazón del desierto, volviendo a la intimidad y soledad de aquel primer amor de juventud con que enamoró a su amada Israel. El desierto es el lugar y el modo del amor de Dios. Que tu alma sea un desierto en donde no crezca la vida del pecado o esas malas hierbas de las ambiciones humanas, de los egoísmos, de las excusas y las quejas, de las omisiones, de los defectos consentidos, de los caprichos, de las sensualidades.
Has de entrar por caminos de desierto, de renuncia a ti mismo, si quieres vivir con más lozanía y frescura aquel primer amor con que Dios entró en tu alma desde el bautismo. En esos momentos y situaciones de desierto, en los que parece que Dios se esconde y calla, cuando te sobrepasan los sufrimientos e incomprensiones, cuando no entiendes la voluntad de Dios en tu vida o parece que pierdes la ilusión y el sentido de todo, aprende a oír la voz de ese Dios amado que te invita a entrar en su intimidad y en la espesura de una mayor fidelidad.

jueves, 5 de marzo de 2015

SABATINA DE LA HERMANDAD

Recordamos a todos los hermanos y devotos de Ntra. Sra. del Rosario Coronada, que como es habitual, el próximo sábado 7 de marzo, primer sábado de mes, celebraremos Sabatina en honor de nuestra titular, comenzando el reto del Santo Rosario a las 19.00h. y continuando con la eucaristía a las 19.30h., presidida por justo director espiritual D. Carlos Acosta Romero.

LA JUNTA DE GOBIERNO

UN RATITO CON EL SEÑOR

“Ayunó durante cuarenta días y cuarenta noches” (Mt 4,2)

Una tendencia erróneamente dualista de la antropología moderna quiere hacernos creer que somos distintos de nuestro cuerpo. Una cosa es el cuerpo (se dice), que no es sino mera materia biológica, y otra diferente es la persona, que con su cuerpo puede hacer lo que quiera. En un cuerpo materializado, que ha perdido su carácter personal, sólo cabe una concepción también materialista del alma, que queda así reducida a un mero conglomerado de mecanismos neurológicos del cerebro.
Pero no entenderíamos nada del cristianismo, si tuviéramos que explicar el Evangelio o el misterio de Cristo partiendo del principio “yo no soy mi cuerpo”. El cuerpo humano es sacramento de la persona y su lenguaje puede ser también lenguaje de oración. El ayuno, además de su valor corredentor, es también la oración del cuerpo. Sentir hambre en el cuerpo es recordar y actualizar nuestra condición de hijo pródigo, que no logra saciar su hambre de Dios con ninguna de las algarrobas que ofrece el mundo.
El ayuno, además, tiene un profundo significado eucarístico. El ayuno de Cristo en el desierto era hambre de amor y de entrega, hambre de quien sólo tiene como alimento hacer la voluntad del Padre. Aquel cuerpo de Cristo, que había de hacerse Eucaristía, quiso hacer suya el hambre interior de tantos hombres que viven saciados sólo de sí mismos. Aquel Cristo débil y hambriento, que no dudó en multiplicar los panes y los peces para saciar a las multitudes hambrientas que le seguían, se hizo hambriento y sediento para saciar sobre todo el hambre y la sed de tu alma.
Tu ayuno ha de ser, sobre todo, expresión de ese hambre de Dios que sólo se sacia con la oración. Tú también estás llamado a hacerte pan para tantos hombres que viven pendientes de las migajas que caen de la mesa de este mundo.

miércoles, 4 de marzo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

Nuestra caja de herramientas

Podemos convertir nuestra fe en una caja de herramientas donde guardamos toda clase de oraciones, ritualidades, devociones, costumbres, esquemas, opiniones, dogmas o explicaciones, con las que vamos arreglando situaciones imprevistas, problemas que nos acucian o necesidades que nos preocupan. Creemos que Dios es una especie de bombero todopoderoso que está obligado a apagar todos nuestros fuegos, cuando nosotros digamos, como nosotros pensemos, y a cambio de lo que nosotros decidamos darle.
En el fondo, el mecanicismo con que podemos vivir nuestra fe nos proporciona esa cierta seguridad de que, cuanto más cumplimos con nuestros deberes religiosos, más contento tenemos a Dios y, a cambio, se verá obligado a no amargarnos mucho la existencia. En definitiva, podemos cumplir y cumplir milimétricamente con los mínimos más mínimos de nuestra fe, podemos incluso hacer y dar ejemplarmente, pero vivir reservándonos para nosotros mismos ese reducto más íntimo y personal de nuestro yo que nunca terminamos de dar totalmente a Dios.
El joven rico, que desde pequeño había entregado a Dios el cumplimiento fiel de la Ley hasta en su más insignificante mandamiento, se alejó del Señor lleno de tristeza porque, en el fondo, no quería entregar aquello que consideraba su mayor riqueza: su corazón, él mismo. Esa misma tristeza es la que inunda el alma de los que viven su entrega a Dios con la avaricia de sus propias seguridades y criterios humanos.
Nada entregas a Dios si no le entregas tu vida, tu corazón y toda tu persona. Porque no quiere el Señor sacrificios y holocaustos de carneros y toros, ni ritualidades huecas y vacías, ni una fe protocolaria y de compromiso. Nada hay más lamentable que un cristianismo mediocremente vivido, que se arrastra con lástima tras las propias ambiciones egoístas, sin atreverse nunca a encontrarse de frente con el rostro más íntimo de Dios.

martes, 3 de marzo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

El vicio de la queja

Solemos vivir con una permanente queja en los labios. Nos quejamos del cansancio, del trabajo, de las tareas diarias, de la forma de ser de los demás, de las cosas que no salen como habíamos planeado o como nos gustaría que salieran, de nuestros achaques físicos.
A veces es síntoma de nuestra tendencia al pesimismo y nos quejamos porque tendemos a valorar más lo negativo que lo positivo de las cosas y personas. Otras veces nuestras quejas son sólo un mecanismo sutil y casi inconsciente para atraer la atención de los demás y conseguir, aunque sea por un momento, ser el centro de la conversación o de la situación. A veces la queja es sólo un desahogo demasiado espontáneo del que luego solemos arrepentirnos por la ligereza con que solemos quejarnos.
En cualquier caso, con la queja no aliviamos nuestro pesar y sólo conseguimos dar una imagen pesimista y apesadumbrada de la vida e incluso de Dios. Nuestras quejas tienen mucho de egoísmo y de superficialidad en el hablar y nada que ver con la aceptación de uno mismo y del modo de actuar de Dios. En el fondo de nuestras quejas se esconde, bajo la apariencia de bien, mucho de nuestro soberbio ‘yo’ y pueden convertirse en un modo sutil e injusto de echarle en cara a Dios muchas cosas.
Relee el Evangelio y verás que jamás salió de los labios de Cristo una mínima tilde quejumbrosa y lastimera contra los designios del Padre, contra su modo de hacer las cosas, contra la injusticia de la Cruz. Tampoco el corazón de María albergó ningún atisbo de queja aun cuando las circunstancias en que se iban realizando los planes de Dios eran humanamente tan absurdas, difíciles y contrarias. Llévale tus quejas sólo a Dios y verás que las convertirá en amor y entrega a Él.

lunes, 2 de marzo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

Sin alforja, sin bastón y sin pan (Lc 9,1ss)

Cuando Lucas narra la misión de los Doce insiste en un detalle importante: el Señor les mandó a anunciar el Reino de Dios sin más provisión que su autoridad y su poder sobre todos los demonios. Y les mandó que no llevaran nada más para el camino: ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni siquiera una túnica de repuesto. Debía bastarles ese poder y autoridad que habían recibido de Cristo, debían fiarse de El y no de su bastón, de sus provisiones, de su dinero o de su túnica.
No niega el Señor el valor y la necesidad de los medios humanos. Enseña, más bien, que esos medios se quedan muy cortos y limitados cuando se trata de las cosas del Reino y de la expulsión de los demonios. No son suficientes; es más, pueden mostrarse innecesarios y hasta inútiles frente a los planes y modos de hacer de Dios, que Él suele realizar a su modo y no al nuestro. Esta es la libertad interior que requiere nuestro apostolado para que sea realmente una obra de Dios y no una cosa nuestra.
Si Cristo hubiera programado y planificado la redención del hombre al modo humano con toda seguridad que no habría muerto en la cruz ni habría elegido el camino de la humillación y del dolor. No te fíes de tus planes apostólicos, de tus cualidades, de tus dotes y recursos, de tus estrategias y gestiones, cuando se trata de las cosas de Dios. Es verdad que Él cuenta contigo, como quiso contar con los apóstoles. Pero para una misión sobrenatural has de trabajar, sobre todo, con medios sobrenaturales: la oración, la eficacia de la Palabra de Dios, la gracia que te llega por los sacramentos, la comunión con la Iglesia y mucha confianza en que las cosas de Dios no se resuelven con regla y compás.