domingo, 31 de mayo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

Digna de toda alabanza, ruega por nosotros

Solemos dejarnos engañar por el espejismo de las alabanzas, lisonjas y honores. Nos creemos mejores, y hasta juzgamos que las cosas van más o menos bien, en la medida en que recibimos el reconocimiento o la descalificación de los demás. Cuántas veces actuamos buscando quedar bien y agradar a los demás, consintiendo el error, la injusticia o la mentira, si eso nos permite crecer y subir en el escalafón de la gloria humana. Nos importa tanto la opinión y la valoración ajena que somos capaces de pasar por encima de nuestra propia conciencia y de claudicar ante las exigencias del Evangelio, con tal de ganar ese poco de prestigio humano, que nos coloque en el montón de los afortunados. En cambio, los parámetros de Dios son desconcertantes, pues en el aparente fracaso humano, en la humillación ajena, en la incomprensión o en la infravaloración de los demás puede esconderse una ocasión de conversión, de santidad o de salvación, que pase inadvertida a los ojos engreídos de tantos hombres.
La maternidad divina de María, escondida en la simplicidad de una joven mujer de aldea, pasó inadvertida a los grandes de su época. Ella, que proclamó a su prima Isabel que todas las generaciones habían de llamarla Bienaventurada, sólo buscó la complacencia de esa mirada de Dios, que juzga y conoce lo íntimo y escondido. Ignorada de la gloria humana, mereció la alabanza del Padre, que se inclinó enamorado ante la belleza escondida de su alma de Madre y la proclamó “Llena de gracia”. Guarda para Ella tus más tiernas alabanzas, pues nadie como Ella merece todo tu reconocimiento y admiración. Aprende de Ella a valorar lo humano según la medida de Dios y no caigas en la tentación de hacer de la engañosa alabanza ajena el eje de tu vida.

viernes, 29 de mayo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

Gloria del Hijo, ruega por nosotros.

Mucho de su gloria divina nos reveló el Padre en la maternidad de María, con la que quedó irreversiblemente marcado el misterio de la divinidad de Dios. La carne del Verbo quedó para siempre adornada de la gloria del Padre y de la gloria de la Madre. Aquella gloria de Dios, que en los tiempos antiguos hacía taparse el rostro a los israelitas, muestra en María y en su Hijo su rostro más humano y accesible.
A pesar del tiempo, mucho de María pervivió y permaneció para siempre en el Hijo, como también mucho del Hijo permaneció para siempre en la Virgen Madre. Este vínculo materno-filial entre el Hijo y la Madre era, en realidad, un signo en la carne que anunciaba ese otro misterio mucho más inefable de la relación paterno-filial entre el Hijo y el Padre: “Creedme: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí” (Jn 14,11). El Verbo estuvo en María y quedó para siempre en Ella; María quedó también para siempre como Madre en el misterio del Hijo. A la luz de esta relación materna, Cristo pudo decir a sus discípulos: “Permaneced en mí, como yo en vosotros” (Jn 15,4).
Aquella gloria del rostro del Padre, que Cristo no podía contemplar en la noche oscura del abandono de la Cruz, pudo verla en el rostro de María, compadeciente con Él al pie de la Cruz. Allí, fue Ella reflejo de esa gloria divina que anunciaba ya los primeros destellos de la resurrección. Gloria divina y espiritual, que pasó inadvertida a los ojos de los hombres, acostumbrados al brillo cegador y al espejismo de la gloria del mundo. No sea así tu gloria, aparente y transitoria, para que cuantos vean tu vida den gloria al Padre que está en los cielos.

martes, 26 de mayo de 2015

LXX ANIVERSARIO DE LA CONSAGRACION DE SOR ANGELES

Esta tarde, en la Iglesia del Rosario se ha celebrado la Eucaristía de Acción de Gracias con motivo del LXX aniversario de la consagración de Sor Angeles Moreno Rodrigo como Hija de la Caridad.
La Celebración ha estado presidida  por el Párroco del Rosario, el Rvdo. Don Carlos Acosta, que en su homilía ha glosado la figura de nuestra querida Sor Angeles y ha recordado al fundador de las Hijas de la Caridad, San Vicente Paul.
La Hermandad del Rosario ha estado presente con una gran representación de su Junta de Gobierno y hermanos.
Nos unimos a esta Acción de Gracias y le pedimos al Señor, con la intercesión de Nuestra Madre del Rosario Coronada, que vele siempre por Sor Angeles y que le de fuerzas para seguir dando ejemplo de entrega y amor a los más necesitados.
De parte de toda la Hermandad le enviamos un beso muy fuerte con todo nuestro cariño.

sábado, 23 de mayo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR


Tú, que creyendo esperaste la resurrección, ruega por nosotros

María Magdalena la que se encontró con el sepulcro abierto el día de la Resurrección, cuando fue al sepulcro a embalsamar el cuerpo de Jesús. El amor al Maestro sostenía aquella fidelidad de los últimos momentos, aunque todos, incluso sus más íntimos, habían huído de Él. Así son las cosas que nacen del verdadero cariño, y que sólo entienden los enamorados; cosas que no llegan a entenderse mientras se piense que, para querer a alguien, es necesario recibir algo a cambio.
El amor de la Virgen Madre a su Hijo es también cosa de enamorados. Ella, más que nadie, también en esos últimos momentos del Señor, “esperó contra toda esperanza”. El sostener al Hijo entre sus brazos, una vez lo descendieron de la Cruz, debió ser la mayor experiencia de un amor sufriente que pudiera soportar una madre. Incluso, en ese instante, María debió gritar en su interior al Padre Dios: “¡Muero de dolor, pero me fío de Ti!”. Ella cumplía aquella entrega del hijo que Abraham no completó. Era el cumplimiento definitivo del amor de Dios llevado hasta el culmen, donde sólo la “llena de gracia” podría soportar.
Una piadosa tradición nos dice que la Virgen Madre fue la primera a quien se apareció el Señor resucitado. Cuesta creer que no fuera así, puesto que Ella llevó en su seno el signo del Verbo encarnado, anticipando en ese nacimiento el triunfo de Dios sobre la muerte y el pecado. ¡Cuánta justicia cumplida en ese abrazo del cuerpo resucitado de Cristo al de María, su Madre, que hizo de su fe también motivo para anticiparse a la gloria de Dios sobre el mundo! El “pequeño” universo de María, lejos de ser sepulcro cerrado, era el seno virginal de una madre que hizo donación de su Hijo para la salvación de la humanidad.

viernes, 22 de mayo de 2015

ROSARIO DE LA AURORA

Mañana sábado, se realizará el tradicional Rosario de la Aurora, que en esta ocasión cambia de día. Tradicionalmente, se venía haciendo en la mañana del domingo, pero en esta ocasión será en Sábado. El reto del Santo Rosario, se iniciará a las 8 de la mañana desde la parroquia del Rosario, discurriendo por las calles de la feligresía de la parroquia, el cual estará presidido por la réplica de la imagen de Ntra. Sra. del Rosario.
Invitamos a todos los hermanos y devotos de la Stma. Virgen que nos acompañen en el reto del Santo Rosario.

lunes, 18 de mayo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

Mujer nueva, ruega por nosotros

Lo nuevo no se opone a lo antiguo sino a lo viejo.  Lo viejo es lo que se deteriora y pierde valor con el tiempo; lo antiguo, en cambio, con el tiempo se va haciendo más valioso. Pero, el tiempo de las cosas es implacable y no perdona el deterioro de lo antiguo y de lo viejo. En el tiempo salvífico de Dios, la redención de Cristo lo viejo pasa y se hace nuevo todo lo antiguo. Es el tiempo de la nueva creación, de la nueva alianza, del mandamiento nuevo, de la nueva Jerusalén, de los nuevos cielos y la nueva tierra.
La maternidad es expresión de una continua novedad, pues en ella se comunica la vida con un rostro de hijo siempre nuevo y diferente. No hay dos rostros iguales, aun habiendo nacido ambos del mismo seno materno. La maternidad de María es nueva, no porque engendre muchos hijos sino porque engendra a Cristo, en quien se hace carne la eterna novedad de Dios. En Él se nos ha dado , una forma absolutamente nueva y para siempre, toda la vida del Padre. Una nueva y definitiva maternidad define a esta Mujer, en quien la novedad de una vida nueva que nace es también absoluta y definitiva. En su seno materno se esconde todo el tiempo salvífico de Dios, ése que hace nuevas y definitivas todas las cosas antiguas. La antigua maternidad de Eva, llamada a albergar en su seno muchos hijos, terminó engendrando vida envejecida y deteriorada por el tiempo del pecado. Era necesaria una nueva maternidad, expresión de una nueva feminidad, que engendrase aquella gracia y gloria que perdimos por el pecado.
Cuida que de tu alma no nazcan obras muertas por el pecado, aunque tengan la apariencia de obras buenas. Sólo la gracia te renueva y te introduce en la eterna novedad del tiempo de Dios, en el que todo habla de resurrección y de vida nueva.

jueves, 14 de mayo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

Formada por el Espíritu Santo como nueva criatura, ruega por nosotros

A la Virgen María se la denomina la “nueva Eva”. Recordemos que el pecado original supuso el mayor desorden para toda la creación. La libertad con la que contaban nuestros primeros padres les hizo vivir en el engaño de que podían alcanzar una semejanza de Dios superior a la que tenían. Esa mentira, esa falta de confianza, les produjo una muerte que también nos alcanzó a nosotros: morir a la amistad con Dios.
Pero el Espíritu Santo obró el milagro en las entrañas de María. La “llena de gracia” nos hizo recuperar esa intimidad divina perdida. Fue el cauce elegido por Dios para mostrarnos el amor sin límites que tiene por cada uno de nosotros.
“Nueva Eva”, que significa una nueva maternidad de Dios para nosotros. La distancia del pecado ha quedado ahora anulada por la entrega de María. No sólo Ella se entregó a Dios, sino que la entrega de su Hijo se extiende al mundo entero. Lo que Eva no pudo llevar a cabo, la Virgen lo realiza en su maternidad, dándonos a Cristo como viático, Ella que lo alimentó con la sangre de su seno.
El Espíritu Santo, esposo de María, hizo de la Virgen esa nueva creatura, para que tú y yo muramos al hombre viejo, y en esa nueva humanidad recuperemos la amistad con Dios que nunca ya habremos de perder.

miércoles, 13 de mayo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

Nuestra Señora de Fátima, ruega por nosotros

Desconcierta sobremanera cómo el Señor elige con predilección lo más sencillo y simple a los ojos del mundo para poner patas arriba nuestros sabios y doctos criterios, nuestros esquemas, nuestros planes y criterios. Así lo hizo en María. Así lo hizo en José. Así lo hizo en aquellos niños de Fátima. Y así fue también en su propio Hijo, que se hizo pequeño, para escandalizar y confundir la orgullosa y engreída sabiduría de los hombres.
Aquel rincón de Fátima sigue siendo hoy signo de contradicción y piedra de escándalo para todos los que buscan una salvación fácil y comodona, según la medida y el criterio humano, o se inventan un cristianismo sin cruz y una redención sin dolor y sin renuncia. Mientras siga habiendo un corazón en el que anide el pecado, mientras siga habiendo en tu vida tantas omisiones, egoísmos, medianías, críticas, faltas de fe y de confianza en Dios, seguirá siendo de urgente actualidad el mensaje de la Virgen de Fátima de orar, ofrecer y reparar tanto desprecio hacia el amor de Dios.
Que no desfallezca tu oración. Que nunca dejes de apoyar el peso de tus pecados y necesidades en el rezo del rosario. Esa sencilla oración es fuente de innumerables gracias para ti y para la Iglesia, si sabes poner en cada Avemaría ese poco de amor reparador y suplicante, que se conmueve ante el pecado de sus hermanos. Aprende de la pureza de corazón de aquellos pastorcitos de Fátima, que supieron ver, con las pupilas de la simplicidad, los ojos divinos de aquella Mujer Inmaculada, que enamoró a Dios y conmovió al mundo. Pidele a esta gran Madre y Señora un alma de niño, para poder entrar en el misterio de la simplicidad de Dios.

lunes, 11 de mayo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

Tú, que concebiste en tu seno creyendo, ruega por nosotros

Las grandes proezas sólo se realizan cuando hay confianza. Sin embargo, la seguridad en nosotros mismos puede ser muy limitada. Hay muchas circunstancias que pueden desanimarnos para no llevar a cabo nuestro propósito. Aquella niña de Nazaret, por muy joven que fuese, tenía su corazón anclado en el corazón mismo de Dios. Ahí ya no caben nuestras expectativas o nuestros proyectos. Sólo cuenta el deseo del Señor.
A la Virgen se le pidió confianza, y Ella nunca exigió una señal. Su fe se alimentaba de amor, y en ese darse de Dios, María concibió en su interior el fruto de su fidelidad: el amor de Dios hecho carne.
Qué importante es vivir con el convencimiento de que muchas de nuestras frustraciones o desánimos están motivados por nuestra falta de confianza en Dios. Nos puede la autosuficiencia y el afán de caminar sólo cuando tenemos seguro el apoyo de nuestras seguridades humanas. En cambio, es la confianza y el abandono oscuro en la providencia de Dios la que nos hace desterrar el agobio en nuestras acciones o deliberaciones. Sabemos que viviendo con fidelidad el plan de Dios en nuestra vida, podremos ver, incluso en aquello que a los ojos del mundo es una derrota, el resplandor del triunfo de lo divino: la humildad que genera un alimento que salta hasta la vida eterna.
«Concibe» en tu interior esa gracia del Espíritu Santo, y tu fe quedará robustecida. Con esa gracia habrás de recuperar la confianza y la descomplicación de los niños, pues nunca deja el Señor de ser tu Padre, aunque tú renuncies a ser hijo. Alimenta ese resquicio de fe que llevas en tu seno, para que nazca en ti esa vida de Dios que has de comunicar al mundo.

jueves, 7 de mayo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

Inclinada hacia las súplicas de sus hijos, ruega por nosotros

Cuántas veces, agobiados por los problemas y dificultades de la vida, desanimados y vencidos por el cansancio espiritual y la debilidad de nuestra vida de fe, hemos buscado a alguien en quien desahogar nuestro pesar y dolor. Todos necesitamos unos hombros que nos ayuden a llevar nuestras cargas, un bastón que podamos apretar fuertemente al caminar, un lazarillo que nos guíe en nuestras oscuridades, alguien que nos escuche cuando ya no podemos más y que seque tantas lágrimas que, a veces, nadie ve.
María, acostumbrada a su oficio de Madre con Cristo, sabe muy bien de dolores y necesidades, de oscuridades y apoyos. Ella siempre estuvo ahí, al pie de la Cruz de su Hijo, y sigue estando ahí, al pie de las cruces de todos y cada uno de sus hijos. Ella, que supo acoger tantos deseos del Padre, que supo ser regazo y descanso de san José, que escuchó y cumplió tantos ruegos de su Hijo, ¿cómo no va a inclinarse hacia tu miseria y necesidad, como se inclinó tantas veces ante la debilidad del pequeño Jesús? ¿Crees que puede desentenderse de tu vida esta Madre, que supo acompañar los pasos y balbuceos del Niño Dios de Belén? ¿Puede haber zozobras y pesares de un hijo que no sean zozobras y pesares de una madre?
No dudes en poner junto a esta Madre todo aquello, grande o pequeño, que es fuente de inseguridad, preocupación o angustia en el día a día de tu vida. Verás que nunca te falta esa suave y recia mano de Madre, que tantas veces buscas agarrar. De Ella aprenderás también tú a inclinarte y acoger en tu seno las luchas y afanes de tantos hijos de Dios, que no saben a quién acudir, porque viven sin saber de su Padre Dios. No te canses de aliviar los ruegos y súplicas de ese Cristo, que te mira necesitado en el rostro de tus hermanos los hombres.

miércoles, 6 de mayo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

Íntima confidente del Hijo, ruega por nosotros

Cuántos atardeceres de intimidad, cargados de contemplación de Dios, pudieron vivir María y José junto a su Hijo. Cuántos gestos, palabras, miradas de Cristo, latiendo escondidamente entre los muros de aquella casa de Nazaret. Fueron el tesoro que María custodió para siempre en el secreto del corazón. Tardes y ratos de familia, en que el Señor abriría su corazón, explayando sus deseos más íntimos en aquellos dos corazones enamorados de la voluntad de Dios.
Nadie como María recibió las confidencias de aquel Hijo, que escondía en su corazón de hombre los secretos del seno del Padre. Corazón materno, acostumbrado a cobijar, acoger y perdonar, en quien puedo encontrar descanso para el alma. Mucho del corazón de María había en aquel Hijo, en quien estaban custodiados todos los secretos del seno del Padre. Si quieres ir asemejándote a Cristo, has de hablar mucho con la Madre y dejar que Ella te enseñe a parecerte más a Él. Ninguna otra criatura tuvo el privilegio de educar y modelar el alma humana de Cristo.
Deja que, en tu oración, María te hable de esas íntimas confidencias del Hijo que sólo Ella conoce. Y deja también allí, en su regazo, esas otras confidencias y secretos de tu alma, que sólo a una Madre así puedes confiar. Nada hay que pueda igualarse al conocimiento de esa intimidad secreta y escondida de Dios, que sólo se saborea en el silencio de la contemplación. Pídele a esta Madre que te enseñe a contemplar y rumiar, en el silencio del alma, esos secretos divinos que sólo conocen los sencillos. Desahoga en el corazón de Cristo todas esas confidencias de enamorado que llevas en tu alma y verás que también el Señor te confía y entrega los secretos del Padre.