martes, 23 de julio de 2013

Pinturas para la Parroquia del Rosario

Mañana miercoles día 24 de julio, a las 20.30 h. en la Casa de la Cultura de Fuengirola, serán presentados doce pinturas que han sido realizados en el taller de pintura de nuestro Ayuntamiento y los cuales han sido  donados a nuestra Parroquia del Rosario. Las doce pinturas se corresponden con la imágen de los doce Apóstoles.

jueves, 18 de julio de 2013

D. Manuel Ángel Santiago, nuestro director espiritual, predicará la novena a la patrona de Málaga la Virgen de la Victoria.

D. Manuel Ángel Santiago, nuestro director espiritual,  ha sido elegido por la Hermandad de la Victoria para predicar la novena de la patrona de la ciudad y la Diócesis de Málaga, ante la enfermedad de Justo Cuberos OP.

viernes, 12 de julio de 2013

PRECIOSO REPORTAJE SOBRE LA HISTORIA DE NUESTRA PARROQUIA.

“ME HA ENVUELTO EN UN MANTO DE TRIUNFO” (Is 61) ESTUDIO SIMBÓLICO-TEOLÓGICO DE LA PRESEA, DE LA CORONACIÓN CANÓNICA, DE NTRA. SRA. DEL ROSARIO DE FUENGIROLA

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La realeza de la Virgen Madre
La devoción popular invoca a María como Reina. El Concilio Vaticano II en su Constitución Dogmatica Lumen gentiun, después de recordar el misterio de la Asunción de la Virgen en cuerpo y alma a la gloria del cielo, explica que fue “elevada… por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores (Ap 19, 16) y vencedor del pecado y de la muerte” (LG 59).
El título de Reina es atribuido a la Virgen María por la tradición cristiana al menos desde comienzos del s. IV. Junto a otros apelativos reales aplicados a la Virgen, va ganando terreno progresivamente en el uso del pueblo de Dios, hasta llegar a ser de dominio común y pacifico en la Iglesia, de modo que, en 1954 el Papa Pio XII, declarando expresamente que no se trata de una nueva verdad propuesta al pueblo cristiano, instituye la fiesta litúrgica de Santa María Reina y publica en aquella ocasión el principal documento del magisterio sobre la realeza mariana: la encíclica “Ad coeli Reginam, del 11 de octubre de 1954.
El argumento principal del título de Reina y su fundamentación, escribe Pio XII está en los textos de la Sagrada Escritura, en la Tradición y en la liturgia que sin duda convergen en proclamar su maternidad divina. En la Sagrada Escritura, en efecto, se afirma del Hijo que nacerá del seno de la Virgen que: “será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y reinara en la casa de Jacob eternamente y su reino no tendrá fin” (Lc 1, 32-33); además, María es proclamada “Madre del Señor” (Lc 1, 43). De lo cual se concluye lógicamente que ella es reina, pues ha dado la vida a quién es Rey y Señor de todas las cosas.
El Papa añade después: “Además debemos proclamar reina a la beatísima Virgen María no sólo ya por su maternidad divina, sino también por la parte singular que tuvo, por voluntad de Dios, en la obra de nuestra salvación eterna”.
María Reina con Cristo: “Si morimos con Él, viviremos también con Él; si con Él sufrimos, reinaremos con Él” (2 Tim 2, 11-12). El Señor Jesús ha prometido asociar su realeza a sus discípulos. Esto deberá entenderse de manera muy especial con relación a su madre.
María Reina en el Espíritu: La realeza en Cristo se ejerce mediante el espíritu Santo. Así en María, la cual gozó y fue inundada de la plenitud del Dulce Huésped del alma. La Virgen no tiene otra voluntad que la de Cristo (Flp 2, 5). En virtud, pues, de aquel mismo Espíritu que la hizo perfectamente conforme con Cristo su Señor, se convierte a su vez en canal de gracia. También ella –inmersa como está en Cristo- desea ardientemente que el fuego del divino amor cree en todos un corazón nuevo (Ez 36, 26-27; Sal 50, 12; Lc 12, 49).
Reina por ser esclava. En el plan de Dios, que incluye de manera eminente a Cristo y a la Virgen, hay una paradoja: reinar quiere decir servir y servir significa reinar. Cristo se convierte en rey del hombre sirviendo y amando al hombre hasta derramar por él la última gota de su sangre. María participa de la realeza de Cristo por ser la esclava y sierva del Señor (Lc 1, 38) y aunque Ella reina en la gloria celeste no deja de servir a los hombres de todos los tiempos con su intercesión.
El Vaticano II actualiza esta doctrina escribiendo:”Asunta a los cielos, no ha dejado esta misión salvadora, sino que con su múltiple intercesión continúa obteniéndonos los dones de la salvación eterna. Con su amor materno se cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía peregrinan y se hallan en peligros y ansiedad hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada “(LG 62).
María, Reina en cuanto participa de la realeza del pueblo de Dios. Las Sagradas Escrituras nos hablan de la dimensión real de todo el pueblo de Dios, pueblo a la vez santo y sacerdotal (Ex 19, 6). De este pueblo se dirá que: “Reinaran por toda la eternidad” (Ap 22, 5) y recibirán “la corona de la vida” (Ap 2, 10) y la “corona de gloria” (1Pe 5, 4). La Virgen, en efecto, es parte de la Iglesia, y no sería licito separarla de la misma, por ello podemos afirmar que María es Reina porque reúne en sí y de modo sublime todos los atributos del que goza el pueblo de Dios, de quien es Madre y modelo perfecto.
En las letanías del Santo Rosario llamamos a la Virgen Reina de los Apóstoles, de los Mártires, del Cielo… Y en el quinto misterio de gloria la contemplamos como Reina y Señora de todo lo creado. Estamos, pues, ante un misterio: Ella fue coronada como Reina del universo de forma muy distinta a las numerosas coronaciones de imágenes que se han realizado y se realizarán en el seno de la Iglesia. Es el misterio de la coronación que Dios como Trinidad, hizo cuando terminado el tiempo de su vida en la tierra, fue asunta gloriosamente en cuerpo y alma a los cielos. El Padre eterno glorificó a su Hija predilecta, predestinada desde toda la eternidad para ser Madre de su Hijo. El hijo de Dios hecho hombre y resucitado de entre los muertos coronó a su Madre Santísima, corredentora con Él de la humanidad, como Reina del Universo. El Espíritu Santo, Espíritu de amor y sabiduría, coronó de gloria a la que había sido su Templo y Sagrario. (Rev. Miriam, nº 378 pág. 88).
Como un reflejo de esa glorificación de María en su coronación como Reina y Madre del Rey eterno es obsequiada y coronada en sus imágenes según la costumbre de la Iglesia. Corresponde al Obispo de la Diócesis, consultado los organismos diocesanos y locales, juzgar sobre la oportunidad de coronar una imagen de la Santísima Virgen, teniendo en cuenta la devoción popular que suscita, su historia y el cultivo del genuino culto litúrgico y el apostolado cristiano. La coronación canónica constituye por tanto un momento privilegiado y extraordinario del Magisterio Ordinario de la Iglesia hacia una imagen concreta, expresión sublime y máxima de veneración.
Naturaleza y significado del rito de Coronación Canónica
Siguiendo el Rito de Coronación y las disposiciones del mismo, nos acercamos a la teología subyacente en el mismo.
La Santa Madre Iglesia no ha dudado en afirmar repetidamente la legitimidad del culto tributado a las imágenes de Cristo, de su Madre y de los santos y con frecuencia ha orientado a los fieles sobre el significado de este culto.
La veneración de las imágenes de Santa María Virgen frecuentemente se manifiesta adornando su cabeza con una corona real. Los Romanos Pontífices no sólo secundaron esta forma de piedad popular, sino que, además, personalmente o por medio de Obispos por ellos delegados, coronaron imágenes de la Virgen Madre de Dios ya insignes por la veneración pública. Y al generalizarse esta costumbre, se fue organizando el rito para la coronación de las imágenes de Santa María Virgen incorporado a la Liturgia Romana en el siglo XIX.
Con este rito reafirma la Iglesia que: “Santa María Virgen con razón es tenida e invocada como reina, ya que es Madre del Hijo de Dios, Rey del Universo, colaboradora augusta del Redentor, discípula perfecta de Cristo y miembro supereminente de la Iglesia” (Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino, Ritual de la Coronación de una imagen de Santa María Virgen, 14-11-1983, Prenotandos).
Breve síntesis de la historia de las Coronaciones Canónicas
La antigüedad de la confesión por parte de la comunidad cristiana de la realeza de María como hemos indicado anteriormente es muy antigua y se ve plasmada en multitud de imágenes artísticas, ya desde el paleocristianismo, mediante la simbología de atributos reales. Son muchas las pinturas que nos muestran la coronación de la Virgen y su glorificación por las tres personas de la Santísima Trinidad.
Expresión sublime de la historia de las coronaciones la encontramos en la liturgia del pueblo de Dios que canta a María invocándola como “Salve Regina, Regina coeli, Ave Regina coelorum…” pero especialmente se pone de manifiesto en el sacramental de coronación canónica del siglo XVI.
El rito de coronación tomo cuerpo de manera más sublime en el siglo XVII para las imágenes que eran coronadas en nombre del Vaticano. En este sentido, Santa María la Mayor de Roma fue la primera coronada canónicamente y después, poco a poco, se fue extendiendo por todos los países del orbe católico, especialmente desde el siglo XIX. De esta manera en España la Virgen de Montserrat fue la primera en recibir la coronación canónica en 1881. Andalucía tierra de María Santísima expreso su amor y devoción a la Virgen coronando imágenes de tanta veneración como la Virgen de los Reyes en 1904, la Virgen de la Cabeza en 1909, La imagen de la Virgen de las Angustias en 1913, la del Rocío en 1919… Por el Nuncio Apostólico de su Santidad el Papa fue coronada la imagen de Ntra. Sra. de la Victoria Patrona de Málaga y su Diócesis, según el Breve de su Santidad Pio IX y siendo obispo malacitano D. Balbino Santos Olivera, hecho acontecido en El Parque de nuestra ciudad, el 8 de febrero de 1943.
En esta historia de amor del pueblo para con la Virgen y en tiempos más recientes en Málaga hemos vivido otras coronaciones como las de la Virgen de los Dolores 1986 (Expiración), Esperanza 1988, la Virgen de la Paz y del Socorro de Antequera en la misma fecha… y como no, la Patrona de Fuengirola Ntra. Sra. del Rosario el 29 de junio del año 2002, por D. Antonio Dorado Soto, Obispo de Málaga.
Simbología de la Corona de Ntra. Sra. del Rosario Patrona de Fuengirola
El libro del Apocalipsis comienza en el capítulo 12 con esta visión: “Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida de sol, la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”. El entramado simbólico de todo el pasaje bíblico es complejo y se han dado multitud de interpretaciones, pero entre todas cabe destacar que la mujer simboliza al pueblo de Dios, ahora realizado en la Iglesia, que está dando a luz permanentemente al Cristo pascual. Desde esta visión eclesiológica la mariología ha querido ver, prefigurada, en esa Mujer a la Virgen María Madre de la Iglesia. Es posible que Juan Evangelista piense también en María, nueva Eva, la Hija de Sión, que dio al mundo al Mesías y redentor (Jn 19, 25).
“¿Quién es ésta que se asoma como el alba, hermosa como la luna llena, refulgente como el sol, imponente como escuadrones abanderados?” (Cant 6, 10) La tradición de la Iglesia no ha dudado en ver en estos textos como una bella profecía de Santa María la Virgen.
Por otra parte, de muchos es conocido que la liturgia cristiana se presenta como un complejo de signos y símbolos que las ciencias humanas pueden estudiar a diferentes niveles, pero de los que sólo se puede tener una comprensión plena y una experiencia auténtica dentro de un contexto de fe y de pertenencia a la Iglesia. La dimensión simbólica nos introduce en realidades que les transcienden (Diccionario de Liturgia, Signo/Símbolo pág 1909-1921). Teniendo en cuenta esta dimensión simbólica nos introducimos en el significado profundo de la presea con que fue coronada canónicamente la imagen de Ntra. Sra. del Rosario.
En cuanto a la diadema o corona se nos dirá por parte del propio magisterio de la Iglesia que ha de unir la dignidad junto con la nobleza, tanto en los materiales como en su ejecución, según los condicionantes culturales y los gustos artísticos de las comunidades cristianas, de modo que brille como un símbolo adecuado. En nuestro caso particular D. Miguel Ángel Martín Cuevas a quién le debemos su diseño y prácticamente su cincelado en los talleres de D. Cristóbal Angulo; Ciertamente Miguel Ángel supo entender dichas exigencias, dentro de la tradición del barroco andaluz, constituyendo una verdadera obra maestra de la orfebrería actual.
Veamos pues que nos dice la contemplación de dicha corona:
La corona fue realizada en plata sobredorada, para expresar el carácter regio y de glorificación de María Santísima. El resplandor, sus rayos como si del sol se tratasen, nos sugieren e introducen de inmediato en el Benedictus de Zacarías: “Bendito sea el Dios de Israel porque ha visitado y redimido a su pueblo suscitando una fuerza de salvación… Y tú, niño serás llamado profeta del Altísimo…por la misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte y guiar nuestros pasos por el camino de la paz” (Za 3, 8; Lc 1, 78) Jesucristo es el verdadero Sol de Justicia, María quedó para siempre iluminada de la Luz sobre toda Luz, Cristo.
Junto a la representación iconográfica del sol, aparecen las doce estrellas signo del universo y sostenido el mismo por su creador: “Los cielos proclaman la gloria de Dios, el firmamento las obras de sus manos, el día al día comunica su mensaje, y la noche a la noche trasmite la noticia” (Sal 19, 2-3). Las estrellas además nos hablan de las doce tribus de Israel el pueblo de la antigua alianza (Gen 37, 9), pero sobre todo del Cuerpo Místico de Cristo su Iglesia, nuevo Israel, edificado sobre el cimiento de los doce Apóstoles de Cristo. María es Reina de los Apóstoles y acompaña a la Iglesia en la tarea evangelizadora de la construcción del Reino de Dios, anunciando el Evangelio de la gracia y la vida a los hombres de todos los tiempos.
De una manera sublime y a la vez sencilla contemplamos a los ángeles y a los querubines portando las letanías del Santo Rosario, se trata como de una visión del Santuario del Cielo (Ap 11, 19), donde los ángeles cantan eternamente la gloria de Dios de la cual la Santísima Virgen goza como criatura totalmente redimida. La Iglesia contemplando a María entronizada en el cielo, no deja nunca de invocarla sabiendo que: “la salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero. Y todos los ángeles que estaban en pie alrededor del trono de los Ancianos y de los cuatro Vivientes, se postraron delante del trono, rostro en tierra, y adorando a Dios diciendo. Amén, alabanza, gloria, sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos” (Ap. 7, 9-12).
Las letanías constituyen un canto a la Madre de Dios, desde el corazón creyente de la Iglesia. El saludo angélico a María, recordado por san Lucas, dio origen, a partir del mundo griego-oriental, a una serie de alabanzas a la Virgen. Estos elogios, a través de múltiples caminos se configuran especialmente desde el s. XII.
Las letanías contienen por tanto, una serie de títulos e invocaciones a la Madre de Dios ricas en contenido doctrinal, a manera de una síntesis del pensamiento y del amor del pueblo de Dios, al cual le gusta repetir las alabanzas a la que considera poderosa mediadora ante Cristo su divino Hijo.
“Mi alma proclama y glorifica al Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humildad de su sierva. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí cosas grandes el Poderoso” (Lc 1, 47ss.). La corona de Ntra. Sra. del Rosario es una prolongación de este canto de la Virgen Santa, que hoy la Iglesia hace suyo para alabar y bendecir a Dios; una Iglesia viva y concreta que reinventa las letanías introduciendo en ellas las advocaciones de las imágenes que presiden a las Hermandades y Cofradías de Fuengirola: Reina de los Dolores, Reina de la Amargura, Reina de la Esperanza, Reina de la Soledad, Reina Amor, Reina del Carmen, Reina del Rocío, Reina del Mar, Reina del Cielo, Reina de Fuengirola… se trata de un ramillete de alabanzas nacido del corazón de un pueblo creyente que recoge también en su canto, otras dos advocaciones marianas significativas que nos hablan de la historia concreta de la Diócesis Malacitana presidida y amparada por Santa María de la Victoria y por la Virgen de las Angustias que hace presente a la Archidiócesis de Granada a la cual pertenecemos y cuyo primer Arzobispo después de la reconquista consagro la mezquita del Castillo Sohayl entronizando en ella la imagen de la Virgen del Rosario.
Como sí de una nueva gloria de Bernini, el resplandor de la corona queda rematado con dos ángeles que portan en sus manos una leyenda que a la vez es grito y oración suplicante: “Madre del Santo Rosario, ruega por nosotros”. Bajo esta advocación la Iglesia desde tiempo inmemorial ha invocado a María. El Rosario es compendio del evangelio, oración predilecta de los sencillos, los humildes, los pobres… oración cristiana orientada a la contemplación del rostro de Cristo con y a través de la Virgen. Misterios de gozosos que significan adentrarse en el fundamento de nuestra alegría. María nos ayuda a aprender el secreto de esa alegría, recordándonos que el cristianismo es ante todo evangelio, “buena noticia”, que tiene su centro o, mejor dicho, su contenido mismo en la persona de Cristo. Misterios de luz, pues todo el misterio de Cristo es luz. El es “la luz del mundo” (Jn 8, 12). Misterios dolorosos llevándonos de la mano de nuestra madre María a revivir la muerte de Jesús poniéndonos al pie de la cruz junto a ella para penetrar en la inmensidad del amor de Dios al hombre y sentir toda su fuerza regeneradora. Misterios de gloria que alimentan en los creyentes la esperanza en la meta escatológica, hacia la cual nos encaminamos como miembros del pueblo de Dios peregrino en la historia (RVM 20-23).
Con esta invocación labrada sobre la cabeza de la imagen de Santa María del Rosario, se reconoce que ella es nuestra intercesora y protectora, en sus manos está la vida de la Villa Blanca, de todos aquellos creyentes que recurren con confianza a la que es su Madre y Patrona, y también de los no creyentes de los cuales María también cuida con ternura y amor.
Una magistral, bellísima y delicada capilla a modo de templete o manifestador, encierra una custodia, significando que la Hermandad del Rosario es Sacramental y por ello ha de celebrar, adorar y llevar a la vida lo que significa la eucaristía para el pueblo peregrino que camina en la historia. Cristo es el pan vivo bajado del cielo (Jn 6, 41-52)
Todo el conjunto del resplandor de la presea mariana, termina con la cruz, una cruz que se alza sobre la humanidad y la historia. Misterio pascual de Cristo, Cruz gloriosa que nos da la vida y dilata nuestra esperanza en el triunfo de la resurrección.
Siguiendo los cánones del más puro barroco, la obra de orfebrería se reviste de la belleza de la creación mediante una cuidada y exuberante representación de plantas y flores. Se trata simbólicamente de hacer presente un nuevo paraíso inundado de luz y paz, una nueva creación revestida de la belleza de Dios. El profeta Isaías nos descubre esta realidad mistérica: “Escuché una voz potente que decía desde el trono: Esta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado”. Y el que estaba sentado en el trono dijo: “todo lo hago nuevo” (Ap 21, 1-5). En ese nuevo cielo y nueva tierra (Ap 21, 1-5), la Virgen aparece como la Mujer Nueva, la Nueva Eva revestida de la gracia santificante, primicia de la nueva creación redimida por su Hijo Jesucristo (1 Cor 15, 45; LG 56).
En el jardín de Dios y sobre unas ánforas clásicas, perfuman con fragancia eterna las azucenas; son una proclamación solemne de la virginidad de María. A la Virgen podemos aplicarle las palabras del libro del Eclesiástico: “Como vid hermosa retoñé, mis flores y frutos son bellos y abundantes. Yo soy la madre del amor puro, del temor, del conocimiento y de la esperanza santa. En mí está toda gracia de camino y de verdad, en mi toda esperanza de vida y virtud. Venid a mí, los que me amáis, y saciaos de mis frutos; mi nombre es más dulce que la miel, y mi herencia, mejor que los panales” (Ecl 24, 17-22).
Las canastillas imperiales de las coronas de la Virgen y el Niño Jesús, son de una belleza indescriptible, impregnadas de la delicadeza para ceñir las benditas sienes de las imagenes del Divino Redentor y de María Santísima de Rosario. Ambas piezas de orfebrería son una síntesis de la teología eclesiológica, es decir de la vida y misterio de la iglesia peregrina y celestial. Mediante cuatro capillas se representan simbólicamente las cuatro comunidades parroquiales fuengiroleñas, nacidas todas bajo el manto virginal de María. Por ello, las imágenes de las capillas representan en primer lugar a S. Cayetano padre de la providencia y fundador de la Orden Teatina, Patrón de esta ciudad. Después ponemos nuestra mirada en S. José el hombre justo y fiel a quién Dios puso al frente del hogar de Nazaret y que es invocado como titular de la parroquia en el populoso barrio del Boquetillo. La imagen de María del Monte Carmelo en referencia a las parroquias del Parque de España y sobre todo a la de los Boliches, está representada también por una imagen de la Santa Fe.
Dentro de esta visión eclesiológica, en el programa icnográfico aparecen también en lugar visible y destacado, seis medallones ovalados que contienen cincelados seis preciosos escudos. El Pontificio expresión de comunión con el Sucesor de Pedro y el amor a la Iglesia universal; el escudo de Fuengirola, de quién la Virgen es Alcaldesa Perpetua; el escudo de la Hermandad Sacramental; el escudo de los Teatinos en honor a nuestro Patrón; el escudo de la Orden de Predicadores (Dominicos), en clara referencia a la labor de propagación del Santo Rosario y por último el anagrama del Ave María resumen de toda la teología mariológica.
De manera artística y con un lenguaje simbólico claro, se expresa también que la Iglesia se hace visible, concreta y real en las comunidades cristianas católicas que habitan en Fuengirola. Fueron ellas y su amor quienes coronaron a la Virgen y a la vez, el pueblo pone en sus manos a todos sus miembros y sus necesidades: niños, jóvenes, adultos, ancianos, enfermos, parados, desilusionados, inmigrantes… Y junto al Corazón Inmaculado de la Madre, a modo de una corona de rosas elaborada con las más bellas que la naturaleza pueda darnos, suplicamos por la nueva evangelización.
Iglesia celestial, Iglesia revestida de gracia y santidad. Especialmente son elocuentes las imágenes de la Virgen, S. José y S. Cayetano. Todas nos hablan de la vida de Dios encarnada en la vida de los hombres. Llamada a vivir la vocación a la santidad, a ser fieles en la confianza ilimitada en Dios, a vivir con intensidad la esperanza y en el amor.
En un segundo orden la corona se ve embellecida por distintas piedras preciosas, regaladas al igual que la plata y el oro, por una gran cantidad de devotos de la Virgen. Todo ello es en primer lugar expresión simbólica del amor de un pueblo cristiano a aquella que nos dio al autor de la vida. Expresa también la oración de súplica ante las necesidades y el sufrimiento, como también la acción de gracias por experimentar la cercanía y la protección de la Virgen.
Esta profecía de Isaías, la Iglesia la aplica a la Santísima Virgen: “Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novia que se adorna con sus joyas… te pondrán un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor. Serás corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios” (Is 61, 10-11; 62, 2-3). Desde esta visión sobrenatural podríamos decir que el lenguaje de las piedras preciosas es verdaderamente sugerente ¿Cuáles es el sentido del mismo?
Engarzados en la corona aparecen los brillantes con su trasparecía y a la vez las perlas preciosas, el blanco es asociado con la pureza, la fe, la humildad junto con la paz, alegría y pulcritud. El blanco se asocia a la luz, la bondad, la inocencia y la virginidad. En las culturas orientales simboliza la otra vida y por ello el amor divino, pues se le considera el color de la perfección.
Las esmeraldas con su color verde, el color de la naturaleza por excelencia, simboliza la esperanza, la fecundidad, los bienes que han de venir y el deseo de la vida eterna.
Los rubíes con su bello color rojo, son símbolo de la pasión ardiente y desbordada, es el color del fuego y de la sangre. Es expresión del amor de Dios, de la acción del Espíritu Santo y de la entrega de Cristo en la cruz.
Por último los zafiros de la corona, de azul intenso, son expresión del cielo abierto y del mar en calma. Simbolizan a la vez la lealtad, la confianza, la sabiduría, la inteligencia, la fe y la verdad.
Santa María Ntra. Sra. del Rosario en su Coronación Canónica, es canto de belleza que nos introduce en el misterio del origen de toda belleza: Dios.
Contemplando su imagen coronada de gloria, comprendemos que Ella es puerta luminosa de la vida, por la que apareció la salvación del mundo, Jesucristo; puerta luminosa del cielo, por quién apareció Cristo, luz del mundo; virgen Madre de la Palabra, que se ha convertido para nosotros en puerta del paraíso, ya que, al devolver a Dios al mundo, nos abre el acceso al cielo.


Manuel Ángel Santiago Gutiérrez
Presbítero

(*) Extraido de la revista "FUENGIROLA CORONADA 2012"

Actualizando noticias.

Desde nuestra última entrada en marzo con la elección del nuevo papa FRANCISCO I, la hermandad ha participado en diversos actos que a continuación pondremos esperando no olvidarnos ninguno.

- En Semana Santa acompañamos a las hermandades fuengiroleñas en sus correspondientes estaciones de penitencia por nuestras calles, culminando en el barrio de los Boliches, acompañando al Señor Resucitado.

- Realizamos nuestro anual Rosario de la Aurora con la imagen de Ntra. Señora del Rosario.


















- Acompañamos a nuestra querida hermandad del Rocio, en su salida anual camino de la aldea almonteña y los recibimos en nuestra parroquia en su visita a la patrona antes de partir hacia El Rocio.








- Participamos en la procesión del Corpus Christi, que éste año se celebro por las calles del barrio de los Boliches, en la que participamos en el montaje del altar que conformó la parroquia de Ntra. Sra. del Rosario, junto con todas las hermandades, asociaciones y grupos parroquiales que conforman la parroquia.










- El pasado 23 de junio, celebramos el XI aniversario de la Coronación Canónica de la imagén de Ntra. Señora del Rosario, Patrona y Alcaldesa Perpetua de Fuengirola, que se realizó en nuestra sede canónica en la misa de 12, presidida por nuestro director espiritual, D. Manuel Ángel Santiago.

- El sabado 29 de junio una representación de nuestra hermanad se desplazó a la capital malacitana, para acudir a la ordenación de Juan Pablo, el diacono que ha estado con nosotros durante todo éste curso y que recibia el sacramento del sacerdocio de manos del Sr. Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá.
Al día siguiente, 30 de junio, el ya Rvdo. D. Juan Pablo, celebró su primera misa en la parroquia del Rosario de Fuengirola, donde se recibió con gran alegría y júbilo.

LA JUNTA DE GOBIERNO

Volvemos a estar activos

Tras un periodo de inactividad por diversos motivos, volvemos para intentar manteneros a todos informados de la actualidad de la hermandad, además de colgar algún artículo que esperemos que os interesen a todos.
Un saludo a todos.

LA JUNTA DE GOBIERNO.