viernes, 13 de marzo de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

“Todo lo ha hecho bien” (Mc 7,37)

La gente sencilla que seguía y escuchaba al Señor se asombraba de las cosas que hacía. Es verdad que tenían como referente sus curaciones y milagros, pero también en sus palabras había un halo de autoridad que nunca habían visto en ninguna otra persona. Jesús inflamaba sus almas con esa seguridad y esa paz de quien reconoce en cada uno de ellos eso que les inquieta y hace sufrir. Se trata de descubrir que todas esas circunstancias negativas no son un absoluto sino que hay que saber “descansarlas” en un corazón más grande, el del Señor.
También tú y yo nos preocupamos por hacer bien las cosas. Sin embargo, en ocasiones, pesa más nuestro empeño y esfuerzo personal que la actitud de saber abandonarnos en la Providencia divina. ¿Qué significa esto? Lo nuestro es ser instrumentos. Por eso, hacer las cosas bien es vivir en la confianza filial de que todo está en sus manos, no en las nuestras. Descubrir esa perfección sólo se alcanza cuando sabemos corresponder en el amor. Te equivocas, metes la pata, te derrumbas, te desanimas… ¡Sí!, también hay elementos objetivos, una enfermedad, un problema familiar, una acusación injusta… Pero, todos esos momentos están depositados en el corazón de Jesús, que los asume y abraza para que sigas hacia la meta del Cielo. Nunca pienses que aquí, en la tierra, encontrarás la perfección completa y acabada, ni la tuya, ni la de los demás, porque sólo Cristo “lo hizo todo bien”.
En esto consiste la perfección, en que Él te amó primero, para que tú y yo descansemos en ese seno misericordioso de la ternura de Dios… ¡He ahí la manera de hacer las cosas !

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