miércoles, 4 de febrero de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

Con este nuevo espacio, quiero compartir con ustedes una pequeña reflexión diaria para que que nos ayude a pasar un ratito con con el Señor. Después de ese encuentro personal con él, debemos salir al mundo y que gran en nosotros la Buena Noticia. No es trabajo fácil, pero con la ayuda de Dios, poco a poco lo conseguiremos. Recibid con esta reflexión un saludo cariñoso en Cristo y María del Rosario Coronada, su Santísima Madre. Alfonso Gómez Manzanares - Hermano Mayor

“Boga mar adentro” (Lc 5,4) Aquel día, como de costumbre, Jesús se acercó a la orilla del lago de Genesaret para predicar a la gente que solía acudir a oírle. A lo lejos, detrás de la multitud, se fijó en aquellos hombres que lavaban sus redes y limpiaban sus barcas, después de la dura faena de la noche. Estaban cansados, tenían hambre, habían dormido poco y mal, la pesca había sido muy escasa y, además, las redes estaban tan viejas y gastadas que no había ya por dónde recoserlas. No era, quizá, el mejor momento para acercarse a ellos y hablar y, sin embargo, sí que era el momento de Dios. El Señor se acercó y dijo a Simón: “Boga mar adentro”.
Pedro reaccionó como lo hacemos también tu y yo cuando nos importuna e incomoda la entrega a Cristo. Aquel rudo pescador sacó toda la artillería pesada de pegas, excusas, explicaciones y justos motivos para no complicarse la vida: “Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada…”. Cuánto cuesta no instalarse en la mediocridad, no conformarse con cumplir los mínimos, no pactar con nuestros defectos, no cansarse de empezar una y otra vez, no justificar nuestra comodidad, no consentirnos más faltas de omisión, no dejar para luego las cosas de Dios. Tienes aún mucho que remar y mucho mar por recorrer: orar más, examinar mejor tu conciencia, mejorar tu carácter, crecer en piedad, luchar con más energía contra tus defectos de carácter, superar la impuntualidad, entregarte con más generosidad al apostolado, cumplir mejor tus deberes profesionales, cuidar más la presencia de Dios en tu actividad diaria. No te pares más a remendar y recoser esas redes viejas y desgastadas de tus continuas excusas, pegas y justificaciones, porque mientras te detienes en la orilla de tu mediocridad, el Señor espera para subirse a tu barca y llenarla con gran cantidad de peces.



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