jueves, 12 de febrero de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

Un criado y dos señores “Ningún criado puede servir a dos señores” (Lc 16,13). El problema es que se nos contagia del ambiente ese afán de contemporizar, de acomodarse a todo, de quedar bien con todos, de vivir encendiendo una vela a Dios y otra al diablo. Y, además, esa tendencia natural a lo mínimo y justito, a lo más cómodo, a lo menos exagerado y radical, a vivir con dos caras, una ante el mundo y otra ante Dios, nos acostumbra a vivir una vida cristiana instalada en la mediocridad, en la incoherencia y en el rasero de los meramente cumplidores. A la larga no se puede mantener un cristianismo a medias, dividido entre dos amos, “porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien, se entregará a uno y despreciará al otro”. Tarde o temprano esa doble vida y esa doble fe, en la opinión del mundo y en la verdad de Dios, termina por resquebrajarse y ponernos entre la espada y la pared. O, al menos, así es de desear, porque mucho peor es la situación de aquellos que se conforman con vivir su cristianismo siempre a dos aguas, como criado embustero que engaña a la vez a sus dos señores. A éstos, su propia tibieza y mediocridad les sirve ya de castigo, porque no hay nada que genere más infelicidad que no tener un ideal por el que entregar tu vida. Entrégate de verdad, sinceramente, sin rodeos; al mundo, o a Dios, pero entrégate. Ahora bien, ya que te entregas hazlo por la felicidad más grande, la que no pasa, la que te llena de verdad. Y, ya que te entregas, prueba la mayor entrega y la más gozosa, esa de la cruz, que es donde encontrarás la verdadera y plena felicidad ya en este mundo. Que ese crucificado sea tu verdadero y único Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario