jueves, 5 de febrero de 2015

UN RATITO CON EL SEÑOR

Amar al otro por sí mismo La persona es un absoluto relativo; sólo Dios es el absoluto absoluto. Pero la persona humana, cada persona, tiene un valor único y precioso que sólo Dios ha podido darle por el hecho de haberla creado a imagen suya. En sí misma considerada, toda persona es un bien tal que sólo puede ser adecuadamente correspondido con el amor. Por tanto, no es digno de ella, y por tanto de Dios, todo aquello que rebaje a un nivel infrapersonal el amor que debemos al otro. Hay muchas formas descaradas de utilitarismo, de objetualización e instrumentalización del otro que son frontalmente rechazables por lo que suponen de humillación de la persona y deformación del verdadero amor. Pero, tu y yo estamos llamados a purificar esas otras formas –mucho más disimuladas y sutiles– de instrumentalización y cierto utilitarismo que nos hacen amar al otro sólo por interés, por conveniencia, de forma pasajera, por puro compromiso, mientras me sirve para algo, porque es de los míos o mientras piensa como yo pienso. No es justificable ninguna forma de utilizar o instrumentalizar al otro ni siquiera en nombre del bien, del apostolado, del servicio a la Iglesia o de la creencia en Dios. Hemos de amar al otro por sí mismo, no por lo que tiene o hace, y buscando sólo su bien mayor que es Dios. ¿Te imaginas al Señor acercándose a los publicanos, fariseos, prostitutas, enfermos, a sus mismos discípulos y apóstoles, por mero interés proselitista, intentando aprovechar sus influencias, quedando bien con ellos para conseguir los intereses del Reino? No des a otros el trato que no quieras recibir para ti y ama a todos con la medida con que tu eres amado por Dios.

Alfonso Gómez Manzanares - Hermano Mayor 

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